La Seguridad Alimentaria (SA) se ha constituido en una exigencia social prioritaria y los fracasos en este área son juzgados con un alto nivel de intransigencia, tanto por los ciudadanos como por los mercados -propia de las sociedades occidentales que reclaman la consecución, para ésta y para otras áreas, del riesgo cero-. Consecuentemente, alcanzar esos niveles requeridos se ha convertido en un objetivo estratégico, tanto para los operadores económicos que compiten en el mercado como para las instancias administrativas que tienen la obligación de garantizar la seguridad. Pero si, como se sostiene en esta obra, "la seguridad no es el espontáneo fruto de hacer lo obvio, sino la meritoria consecuencia de planificar un resultado", necesitaremos el concurso no sólo de los cuerpos de doctrina tradicionales -la epidemiología; la higiene, microbiología y tecnología de los alimentos; la agronomía; la química; la economía o el derecho administrativo, entre otras-, sino que, además, precisaremos instrumentos de gestión; es decir, de organizar alrededor de los objetivos de SA aquellos recursos humanos y materiales que las compañías y la Administración destinan a este fin.
En la consecución de este objetivo es fundamental que el seno de esas organizaciones -privadas o públicas- se facilite el diálogo entre los gestores generales que no suelen ser expertos en SA, y los responsables de los Departamentos de Calidad y Seguridad, que sí suelen serlo.
Es justamente facilitar este diálogo y enriquecer la mutua comprensión, el objetivo fundamental de la presente obra, que pasa revista a todos aquellos aspectos que pueden posibilitar que la SA sea considerada tanto dentro de las compañías de alimentación como en la Administración un elemento de gestión general.